1- Ley de la cantidad: La cantidad de alimentos debe ser suficiente
para cubrir las necesidades calóricas del organismo. Los alimentos
que proveen fundamentalmente calorías (energía) son los hidratos
de carbono y las grasas. La cantidad de calorías deberá ser
suficiente como para proporcionar calor para mantener la temperatura corporal,
la energía de la contracción muscular y el balance nutritivo.
Desde el punto de vista calórico, una dieta puede ser: suficiente,
insuficiente, generosa o excesiva. De acuerdo a esta ley, los regímenes
adelgazantes se consideran “insuficientes”, ya que permiten un descenso
de peso a expensas de un contenido calórico reducido. El requerimiento
calórico para cada persona en particular deberá ser determinado
por un profesional en nutrición, considerando edad, sexo, contextura,
actividad, situaciones especiales: diabetes, obesidad, desnutrición,
etc.
2- Ley de la calidad: Toda dieta deberá ser completa en su composición,
asegurando el correcto funcionamiento de órganos y sistemas. En
todo régimen deberán estar presentes: hidratos de carbono,
proteínas, grasas, vitaminas, minerales y agua. De acuerdo a esta
ley, los regímenes se clasifican en completos (variados) e incompletos.
3- Ley de la armonía: Las cantidades de los diversos principios
que componene la alimentación deberán guardar una relación
de proporción entre ellos, de manera tal que cada uno aporte una
parte del valor calórico total. Se recomienda que toda dieta normal
contenga: - proteínas: 12 a 15% del valor calórico total
- grasas: 30 a 35% del valor calórico total - carbohidratos: 50
a 60% del valor calórico total
4- Ley de la adecuación: Toda dieta deberá ser la apropiada
para cada individuo en particular, considerando: edad, sexo, actividad,
estado de salud, hábitos culturales y economía. Ello implica
una correcta elección de los alimentos, así como una correcta
preparación.
NOCIONES SOBRE COMPOSICION ALIMENTARIA
Las proteínas: Son sustancias que proveen los aminoácidos
necesarios para producir enzimas, anticuerpos y células de crecimiento,
mantenimiento y reconstitución de tejidos. Las enzimas son sustancias
necesarias para regular los procesos químicos del organismo. Los
anticuerpos sirven para luchar contra las infecciones y las enfermedades.
Se recomienda un consumo diario de 1g de proteínas por kg de peso
corporal. Ejemplo: una persona cuyo peso sea de 60 kg deberá consumir
diariamente aproximadamente 60 g de proteínas. Las proteínas
se hallan presentes en: carnes (rojas y blancas), lácteos, huevos,
legumbres (soja) y frutas secas. Las proteínas de origen animal
tienen mayor valor biológico que las de origen vegetal.
Los hidratos de carbono (“carbohidratos”, “glúcidos”): Son esencialmente
una fuente de energía. El cuerpo quema carbohidratos con preferencia
a las proteínas, para destinar estas últimas a los procesos
de reconstitución celular. Clasificación de los glúcidos
- Algunos ejemplos: - Azúcares complejos de asimilación lenta:
almidón (presente en granos de origen vegetal y papa), celulosa
(compuesto vegetal no albsorbido por el cuerpo humano, importante para
la evacuación intestinal), glucógeno, etc. - Azúcares
simples y dobles de asimilación rápida: . simples: glucosa
(el más importante), fructosa (azúcar de las frutas, miel,
legumbres) . dobles: sacarosa (azúcar industrial de remolacha o
caña de azúcar), lactosa (azúcar de la leche)
Las grasas (“lípidos”): Representan una fuente concentrada de
energía. Son necesarias para suministrar protección a varios
órganos vitales, aislamiento del cuerpo, transporte de vitaminas
liposolubles (A, D, E y K), síntesis de hormonas (fundamentalmente
hormonas sexuales). Clasificación de los lípidos - Algunos
ejemplos: - grasas saturadas: en su mayoría animales (manteca, grasa
de carnes) - grasas no saturadas: en su mayoría vegetales (aceite
de oliva, maíz, girasol, germen de trigo) y pescados. Estas grasas
ejercen función protectora en casos de hipercolesterolemia.
Las vitaminas: Son compuestos orgánicos de estructura química
variada. Se encuentran presentes en los alimentos naturales en concentraciones
muy pequeñas y son esenciales para mantener la salud y el crecimiento
normal. Para asegurar su aporte al organismo es necesario consumir alimentos
de origen vegetal preferiblemente crudos de “colores” variados (tanto frutas
como verduras). Las vitaminas también se hallan presentes en carnes,
huevos y lácteos no hervidos. - Vitamina A: Necesaria para conservar
una buena visión , una piel saludable y una buena dentadura. Es
abundante en: vegetales y frutos pigmentados, fundamentalmente zanahoria,
tomate, durazno y espinaca; hígado, leche, manteca y huevo. - Complejo
vitamínico B (vitaminas B1, B2, B3, B5, B6, B12, ácido fólico
y biotina): En términos generales, este complejo es necesario para
el normal funcionamiento del sistema nervioso, mantenimiento de piel y
cabello saludables y para prevención de anemia y trastornos digestivos.
Se halla presente en: cereales integrales, carne, hígado, legumbres,
levadura de cerveza, nueces y demás frutas secas, huevos y pescado.
- Vitamina C: Fundamental para el buen funcionamiento del sistema inmunológico
y vascular, previene infecciones y se le atribuye propiedades contra el
envejecimiento. Abundante en cítricos, frutillas y tomates. - Vitamina
D: Necesaria para la mineralización de los huesos. Previene el raquitismo
en los niños y se utiliza conjuntamente con el calcio en el tratamiento
de la osteoporosis del adulto. Se activa en la piel tras la exposición
a la luz solar. Abundante en: yema de huevo, leche no hervida, vísceras,
aceite de hígado de bacalao, pescados (salmón, atún,
sardina, arenque). - Vitamina E: Necesaria para la función reproductiva;
es también uno de los principales factores antienvejecimiento. Se
halla en verduras de hoja, aceites de maíz, maní, soja y
germen de trigo. - Vitamina K: También denominada vitamina “antihemorrágica”
es abundante en: repollo, coliflor, espinaca, tomate, queso, yema de huevo
e hígado. En parte es sintetizada por las bacterias de la flora
intestinal.
Los minerales: En términos generales, son necesarios para prevenir
la anemia (como el caso del hierro) y las infecciones (zinc), mejorar el
rendimiento psicofísico (magnesio, fósforo, cobre y selenio),
la mineralización ósea (calcio), la suficiencia cardiovascular, el mantenimiento del medio interno ( sodio, potasio, cloro), etc. Se requieren
en pequeña cantidad. El hierro es abundante en carnes rojas, hígado,
espinaca y lentejas. El fósforo abunda en los pescados de mar; el
selenio, en radicheta y hongos. Los lácteos son los alimentos más
ricos en calcio, aunque también lo contienen cítricos, salmón,
mariscos y bróccoli.